Un paseo por la Ruta de las Microviñas

Un paseo por la Ruta de las Microviñas

· · · Un proyecto con una múltiple rentabilidad económica, social, cultural y medioambiental.

 

 

Algunas cosas están cambiando gracias al esfuerzo y la creatividad de quienes observan el potencial de su entorno y se resisten a que desaparezca todo aquello que es patrimonio natural y cultural enogastronómico.

 

Hay que ser visionario y bastante persistente cuando se está convencido con una idea que busca cambiar modelos de producción y consumo, además de revalorizar una palabra, minifundio, que por su propia definición se asocia a la pobreza en el campo, al bajo rendimiento y escasa remuneración de quienes trabajan reducidos espacios de tierra. 

 

La visión de Juan Cascant, gerente de Celler la Muntanya y promotor del proyecto Microviñas, nos introduce en otra interpretación del valor de la tierra y de las cepas autóctonas consideradas poco productivas y no adaptadas a los gustos del consumidor, para dar con un modelo de producción y elaboración de vinos que expresan la identidad de la comarca alicantina del Comtat y l’Alcoià, seducen paladares en las antípodas y los puntos más dispares del globo, ganan premios y puntuaciones, poniendo de moda y marcando una tendencia en el sector vitivinícola que rescata de la extinción lo que se consideró anticuado y obsoleto.

 

 

Todo esto suena a puro romanticismo o a la materialización de un sueño de quien puede permitirse divagar con conceptos que no tienen que competir en los mercados actuales. Pero no. Se trata de un proyecto con una múltiple rentabilidad económica, social, cultural y medioambiental que tiene al vino como protagonista de la recuperación de pequeñas parcelas de tierras abandonadas donde morían y se arrancaban viñas autóctonas de Bonicaire, Merseguera, Monastrell, Giró, Verdil, Garnacha tintorera, porque nadie encontraba en ellas el valor para que se midieran cara a cara con las grandes cepas nobles, internacionalmente reconocidas.

 

La autenticidad fue la clave para competir en los mercados y despertar el interés en unos vinos con personalidad, producidos de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente, con técnicas de vinificación artesanas, sin la utilización de productos fitosanitarios y con el menor uso posible de maquinarias, aplicando toda la sabiduría que los agricultores de la zona estaban dispuestos a compartir con quienes demostraron que querían escucharlos para implementar otro modelo de desarrollo que repercutiera en el bien común.

 

La Ruta de las Microviñas es la interpretación del turismo enogastronómico que conecta a los entusiastas del vino y la naturaleza con esa autenticidad que vive en las historias contadas por sus protagonistas, que como toda profunda amistad se cultiva poco a poco y en este caso, motivada por el sincero amor hacia la comida, el vino y la conservación del territorio.